viernes, 15 de febrero de 2013

Las familias que dejan su vida en la famosa Diablada de Oruro

“Todo es por amor a la Candichita", dice Casto Navia, cuando habla de la Virgen de la Candelaria, patrona del socavón. Casto es miembro activo y personaje importante de la Diablada Urus de Oruro. Esa es una de las 48 agrupaciones que danzan a lo largo de cuatro kilómetros en la famosa entrada del Carnaval de Oruro, demostrando el significado de la palabra devoción.


Oruro es un departamento minero, con fuerte arraigo sindical y esa característica dio lugar a la organización del Carnaval. En 1963 se creó la Asociación de Conjuntos del Folclore de Oruro (ACFO), compuesta por grupos que desarrollan 18 especialidades en danza, cada una con su música y coreografía. La celebración orureña es Patrimonio Cultural de la Humanidad, según declaración de la Unesco. Por eso se espera a 400.000 visitantes este año, entre nacionales y extranjeros.

El Carnaval de Oruro hasta ahora ha sido la mayor expresión de religiosidad, cultura y folclore de Bolivia. Su principal inspiración es la Virgen del Socavón. A sus pies llegan más de 28.000 danzarines, con promesas y agradecimientos.


En cada fraternidad hay historias de vida y también vidas dedicadas a la danza. Los orureños son protagonistas principales, pero a la Virgen Morena también la adora gente que llega de otros departamentos y hasta de otros países. La fe de los bailarines deviene en majestuosidad para ser compartida e integra de una manera sentimental y emocional al ojo foráneo que curiosea desde las graderías.


Dos familias orureñas abrieron las puertas de sus casas a EL DEBER. Los Navia y los Nina. Con sencillez y humildad, explicaron de dónde viene su amor por el Carnaval y su fe inquebrantable por la Virgencita del Socavón. Sus historias hablan de la tradición familiar y de la cultura viva que se plasma en el baile, el que marca cómo encaran la vida: con alegría, devoción, amistad y amor.

Casto Navia a sus 51 años ha contagiado el amor por la danza a sus hijos y también a sus nietos. Da la vida por la Diablada Urus


Casto Navia y Rosendo Nina son cuñados y viven a dos casas de distancia frente al famoso colegio Juan Misael Saracho, en la calle Pagador de Oruro. Urus por siempre Urus, es la frase con la que resumen su espíritu carnavalero. Ambos bailan más de la mitad de su vida en la Gran Diablada Artística Urus. Casto cumple 51 y Rosendo tiene 49 años. La familia de ambos gira en torno a la diablada y sus hijos también son danzarines desde que tienen uso de razón.


"Si le dieran a escoger entre su esposa o su conjunto yo creo que escoge su conjunto", señala Mery Ramírez, compañera de Rosendo, con lo que grafica la importancia que la danza y el grupo tienen para su marido. Él comenzó a bailar a los 12 años, vestido de oso en la diablada. A lo largo de su vida fue ascendiendo, se convirtió en diablo y ahora se viste de Satanás, que es el traje de mayor jerarquía.


Aparte de bailar, Casto estilizó el diseño de los trajes, como reflejo de la evolución de la Diablada.

María Eugenia y Patricia Nina Ramírez son hijas de Rosendo y bailan desde los 8 años, su Madre Mery viene de una famosa familia de folcloristas orureños. Los Navia ya tienen cuatro hijos y tres generaciones de diablos en la familia: Alicia, Blanca, Carlos y Casto Jr., de los cuales bailan tres. Además Casto tiene cinco nietos y cuatro de ellos danzan. El pequeño Manuel imita a su abuelo parado sobre el sillón dando pequeños brincos pero, a sus siete meses, aún no se estrenó en el Carnaval. Caro está a punto de cumplir 15 años y baila desde hace 14. Alicia, su mamá, cree que danzaba desde que estaba en el vientre.

Manuel, de siete meses, es nieto de Casto Navia. Ya tiene la capa de diablo y se mueve cuando escucha música de la diablada


El baile es cimiento de unidad familiar, pero también es capaz de marcar amistad profunda. Con lágrimas en los ojos, Rosendo cuenta que se crió con los Satanases. Al hablar de su bloque se conmueve: "Aunque tengo añitos encima, solamente le pido a la Mamita llegar al Socavón y lo cumplo". Casto, por su parte, hace unos 30 años, cuando Urus pasaba por un mal momento, logró realzar a su conjunto poniendo su vida en ello.


Es imposible conocer a un orureño que no tenga alguna conexión con el Carnaval, y esto quizás sea el trasfondo más importante de esta fiesta, porque la fiesta se convierte en una forma de vida que integra a la familia alrededor del bailarín. Cuando danzan, la mente y el corazón se ponen en la Virgen del Socavón. "Los aplausos de la gente nos alientan, pero en nuestra alma solo se ve la figura de la Candichita en el Socavón".

El Carnaval no tiene fecha en Oruro, se desarrolla todo el año. Después del aniversario de la agrupación comienzan los planes desde el diseño del vestuario hasta la danza. La Virgencita los espera con los brazos abiertos

La celebración pudo más que la prohibición de la colonia española
El carnaval de Oruro tiene su origen en la leyenda de Huari y los Urus.
Fue Huari aquel semidios que salió de la profundidad de las montañas para vengarse del pueblo de los Urus, después de fracasar en el intento de conquistar a Aurora, la hija del Sol.


Huari quiso que los Urus dejaran de venerar al Sol, por eso envió cinco plagas para que sean destruidos. Primero, del sur enviaron una víbora; del norte mandaron un gigantesco sapo; del noreste salió un descomunal lagarto que botaba miles de hormigas por la boca. Finalmente, apareció el cóndor desde una zona llamada chilripurgio.


Así la serranía orureña se constituye en una sagrada cadena de montañas donde antiguamente los Urus reverenciaron a sus antiguos ídolos de piedra. Es en esta serranía el escenario donde se desarrollaría el origen del Carnaval de Oruro.


Con la llegada de los españoles, también llegó la Virgen de la Candelaria, que se convirtió en la Virgen del Socavón. Durante los primeros años de la Colonia, fueron prohibidas las celebraciones autóctonas, que después fueron retomadas a través de rituales católicos.
El origen de la diablada de Oruro señala que los Urus, acostumbraban a bailar con mascaras de vicuña en la cabeza y pieles de puma andino en la espalda. Era una antigua danza desarrollada en gratitud a una de las huacas o ídolos sagrados de piedra que estaban ubicados donde ahora se encuentra el templo y la plaza del socavón.


Sin embargo, ante la prohibición colonial de rendir culto a deidades autóctonas, la danza se transformó y dio paso a la diablada, que simboliza la lucha del bien contra los siete pecados capitales y el diablo. Por eso, la danza presenta a Lucifer y también al Arcángel Miguel.

La lucha del bien contra el mal se refleja en la danza más importante del carnaval
La Diablada del fuego Urus representa la ira de los siete pecados capitales del Carnaval. Cuando se presenta en las calles de Oruro o en otro escenario, es la admiración de propios y extraños, quienes al ver la alegría de sus danzarines se contagian con su música y coreografía.

Ha recibido muchos elogios. La Diablada artística Urus se fundó el 30 de marzo de 1960. Esta institución nace del impulso de varios jóvenes, algunos secundados por padres de familia. Se formó en 1959, en el seno del conjunto Círculo de artes y letras de la tradicional diablada Oruro.
Sus miembros tenían el ímpetu de reformar e innovar, dándole un nuevo dinamismo a la diablada. Se distinguen por ser creativos, innovadores y por estar en constante búsqueda de mejorar la danza que tanto aman.

Estos últimos años son conocidos como la diablada de fuego, ya que cuando están haciendo su presentación, los dragones de las caretas de diablos botan bocanadas gigantes de fuego.

"Esto simboliza muchas cosas entre ellas la candela de la Virgen, además que hace referencia a la geografía de Oruro, que es una zona volcánica y que tiene aguas termales. Pero más que nada muestra el fuego que nace del corazón de los orureños", dicen sus miembros, orgullosos de ser parte de uno de los grupos folclóricos más importantes de Oruro.

Refleja riqueza cultural del país todas las regiones representadas
La zona andino altiplánica y la zona de los valles son las que más representación tienen en la fastuosa entrada del Carnaval de Oruro.

La diablada, el baile más icónico de la fiesta orureña
Representa que las fuerzas del bien y del mal se enfrentan. Entre sus personajes están los diablos, que simbolizan a los siete pecados capitales y Lucifer, que es su jefe. Todos ellos se enfrentan al Arcángel Miguel, que lucha contra la maldad, rodeado de otros personajes, como la China Supay, que es diablesa.

La morenada, una danza nacida en la Colonia
Representan a los esclavos negros. Los bailarines usan máscaras con rasgos exagerados para significar el sufrimiento de los negros. Las matracas simbolizan las cadenas de los esclavos.

Los tobas, una danza del oriente boliviano
Los tobas fueron una etnia del Chaco, en el oriente de Bolivia. La danza revela mucha energía, pues implica dar grandes saltos, dirigidos a impresionar al público. Los tobas lucen una vestimenta con plumas, joyas, telas de colores, adornos con pezuñas de vacas y otros animales.

CLAVES

Bailarines de todas partes
Unas 30.000 personas llegan a danzar y a cumplir promesas a la Virgen del Socavón. Provienen de Oruro, del resto del país y también del extranjero.

Conjuntos y danzas
48 conjuntos folclóricos recorren los cuatro kilómetros de la entrada. Representan 18 danzas de todas las regiones del país. El show dura más de 20 horas.

Música y creatividad
Más de 10.000 músicos salen en bandas y son parte esencial de la celebración. Tienen un festival especial que se realiza una semana antes del corso

La Virgen del Socavón espera
Los danzarines llegarán a una iglesia renovada, pues tiene una imagen de la Virgen de la Candelaria que mide 45 metros y que fue recientemente inaugurada.

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