Ella baila suave, cadenciosamente, su vista genera miradas prohibidas, elogios sin fin. La musa consciente, responde a la gente con una sonrisa, descubre con gracia, sus dientes, sus labios, sus ojos que brillan, sus años radiantes.
No es sencillo atuendo el de la danzante que presenta ofrenda a la Virgen Minera, la de Candelaria. Sombrero inclinado con feroz moreno, lo escoltan erguidas tres hermosas plumas; enormes zarcillos, bailan al compás de notas que embriagan al ritmo constante de la morenada.

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