lunes, 12 de noviembre de 2018

Calvario es una distracción familiar de los domingos

El movimiento del Calvario nuevamente se observó este domingo en toda su magnitud, cuando cientos de familias orureñas y algunas personas extranjeras pudieron disfrutar del paseo dominguero que se activa cada Primer Convite hasta el Lunes del Diablo y del Moreno, del Carnaval de Oruro, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.

La actividad se convierte en un fenómeno folklórico que se da como parte del Carnaval de Oruro, si bien muchos podrían confundir la misma con las "Alasitas" de la ciudad de La Paz, el Calvario de los domingos es de una naturaleza totalmente diferente.

El movimiento paceño tiene su origen en un término aymara que significa "cómprame", donde los artesanos hacen una feria de varios días impulsados a la compra y venta de miniaturas, alrededor de la creencia de tener abundancia gracias al Ekeko, un semidios andino.

En cambio, el Calvario fue un acto simbólico traído por los españoles y que se establecía por lo general, cerca de un templo o una iglesia. En el caso de la Virgen del Socavón coincide con las actividades previas rumbo al Carnaval y se realiza durante todos los domingos, donde se comercializa miniaturas para luego esperar la bendición y que sus deseos puedan cumplirse.

En la creencia popular, al adquirir esos objetos son bendecidos ante la Virgen del Socavón que, si se lo hace con mucha fe, en un tiempo no muy lejano, se puede convertir en realidad como automóviles, casas, dinero y otros.

El Calvario fue creciendo durante las últimas décadas, lo que era un espacio exclusivo para los artesanos de la miniatura, los dulceros y otros, ahora es todo un movimiento comercial, donde se encuentra juegos de azar, gastronomía, entretenimiento, que atrae a propios y extraños, de todas las clases sociales.

Pero aún prima el hecho de que la actividad se desarrolla en honor a la Virgen del Socavón, en respuesta a sus bendiciones, pues el devoto solicitante ante la Virgen hace el sacrificio de someterse al Calvario, que significa sufragar gastos y sobreponerse a sus propias flaquezas para bailar en su honor durante tres años consecutivos.

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