lunes, 2 de febrero de 2015

Participación femenina crece, pero con sesgos



Si bien son cada vez más las mujeres que bailan en el Carnaval de Oruro, el perfil de las participantes es sesgado: en su mayoría son jóvenes, solteras, estudiantes o independientes económicamente; algo que no sucede con los danzarines varones.

Hay danzas que se caracterizan porque ellas deben mostrarse coquetas, llevan faldas o polleras cortas y escote. En éstas son víctimas incluso de la autocensura.

“La mujer, por decisión propia, muchas veces decide dejar de bailar ya sea porque pasó los 30 años y siente que su cuerpo ya no luce tan firme como cuando tenía menos edad o porque se casó o tuvo su bebé”, opina un integrante de Caporales San Simón, quien pidió no ser identificado y que en el transcurso de los años que es parte de este grupo fue testigo de la deserción de varias bailarinas.

“Muchas integrantes dejaron de bailar por eso. Algunas acuden a los ensayos por el amor que le tienen a la danza, porque aprovechan para hacer ejercicio o ver a los amigos, pero llegado el momento no participan de la entrada de Oruro”, agregó.

El fraterno contó que el pasado año se premió a diez de las chicas más antiguas. De éstas, actualmente solo quedan cuatro; las restantes seis se casaron.

El bloque de San Simón La Paz tiene 300 integrantes, de los cuales 170 son varones y 130 mujeres. “Cuando se presentan postulantes siempre son más chicos que chicas, no se trata de ninguna norma interna, solo pasa”, manifestó.

Otra de las fraternas del mismo bloque —quien no quiso revelar su nombre— comentó que el hecho de tener pareja, casarse o tener hijos es otro factor. “Aunque se hayan alcanzado niveles de igualdad entre hombres y mujeres, sigue existiendo una sociedad machista que murmura y critica a la mujer que muestra mucha piel al público estando casada o siendo mamá”, dijo la bailarina. Otra exintegrante de una agrupación de caporales sostuvo que hace unos 15 o 20 años las postulantes debían enviar una fotografía y acudir a dar su examen con una falda corta para que aprueben su figura y vean su estatura.

En la actualidad, y dependiendo de la fraternidad, los requisitos para el ingreso son: carisma, coordinación, ganas y también se toma en cuenta la belleza, la estatura y el porte, aunque no es una regla cerrada. “Si una chica es bonita y no sabe bailar y hay otra con mucha actitud, ingresa la última”, señaló Ingrid Rojas, de los Sambos Caporales bloque Churuquella de Sucre, que también participan en la festividad de Oruro.

Añadió que los puestos más peleados en los que están las mejores chicas son las primeras y últimas filas, además de las postas, que son las guías, y todas tienen entre 16 y 30 años.

José Altuzarra, miembro de los Tinkus Wistus de La Paz, manifestó que a medida que pasan los años cambian de personaje dentro de una danza; pueden empezar de figuras en su juventud y terminar siendo parte del bloque de las señoras morenas. “No es cuestión de machismo, se trata de la naturalidad de la mujer, que por lo general quiere realizarse como madre y éste es un motivo que la lleva a dejar de bailar por darse tiempo para atender a su niño”.

OPCIONES. El tiempo de resistencia del hombre se multiplica por dos con relación a la mujer. “Vale decir que si ella va a bailar cinco años, él puede danzar diez porque tiene más resistencia, su cuerpo no cambia tanto y la sociedad no lo critica”, argumentó Altuzarra.

Los bailes en los que participan caporales, tobas, tinkus y negritos, principalmente, tienen mayor participación masculina. La morenada cuenta con bloques de cholas antiguas en los que bailan mujeres mayores. No obstante, todas las danzas tienen más varones. Por ejemplo, los bailes livianos se caracterizan por tener mayor participación de mujeres.

Las danzas suri-sicuris, llamerada, kullawada, waca-waca no tienen tantas limitaciones. “Hay bloques para las diferentes edades de las mujeres que integran el grupo”, remarcó Lili Zurita, miembro de la llamerada San Andrés bloque Zona Norte de Oruro.

Esta agrupación está integrada por 200 bailarines, de los cuales 150 son mujeres y 50 hombres. “Esto por estructura, ya que formamos filas de seis en las que cuatro mujeres van al centro y dos varones a los costados, como sistema de protección”, adicionó.

Los llameros no tienen límites de edad ni otro tipo de exigencias. “Tenemos jovencitas desde los 18 años que tienen lindo porte y bellos rostros, ellas son las figuras, y hay señoras que cuentan con 40, 50 y hasta 60 años”.

“Otro factor que puede pesar es el tema económico; existen muchas chicas que pueden solventar sus gastos solas y otras que aún dependen de los papás. Sin embargo, también les ayuda a decidir el costo de cada fraternidad”, explicó.
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