lunes, 13 de junio de 2016

¿Debemos redireccionar el Carnaval de Oruro?

Para evitar todo malentendido y asumir plenamente mis responsabilidades, considero que debo decir personalmente lo que sé, pienso, siento y afirmo, esto evitará interpretaciones o citaciones sacadas de su contexto, interpretaciones que se utilizan de buena fe o de manera sesgada, apreciaciones que agitan la fibra sentimental de aquellos que se interesan en las expresiones, creaciones y espacios de nuestra cultura tradicional y popular.

Pero, diga lo que diga, la ignorancia insolente ataca y, al respecto, quiero dejar claro que prefiero ignorar esos ataques pero que no se confunda, no tengo miedo, actúo ceñido a la verdad, conociendo y estudiando los documentos jurídicosnacionales e internacionales existentes y buscando trabajar en bien de Oruro, Capital Cultural Milenaria del Mundo Andino.

PAPEL DE BOLIVIA Y DE ORURO

En la historia de la explicitación de la parte inmaterial de la cultura, la participación de Bolivia comienza en 1967 con el pedido a la Unesco de "Protección del Folklore" debido al plagio de Dos Palomitas. Era el primer país en el mundo que solicitaba la protección internacional. Esto dio lugar a una serie de estudios, consultas y reuniones con la Organización Mundial de Propiedad Intelectual. Rápidamente se vio que no se trataba de un reclamo simple, sino que era más profundo. Desde entonces, Bolivia tiene autoridad política, sectorial y moral en este tema.

Así se iniciaron los estudios internacionales, por mi parte, en 1974, me incorporé a la Unesco como funcionario internacional en París. Asumí esas funciones durante 21 años. Luego fui representante alterno de Bolivia en esa Organización por cuatro años. Más tarde, durante ocho años, representé a nuestro país, a invitación de la Cancillería, del Viceministerio de Cultura y del Viceministerio de Culturas, en las reuniones que establecieron la Convención para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial. Con esos mandatos, ocupé funciones importantes en las reuniones en las que participé. Fui jefe multimedia en las Expediciones de las Rutas del Diálogo Intercultural, relator general de la Reunión que estableció el Anteproyecto de Convención, vicepresidente y presidente del Comité Intergubernamental, aquel que puso en marcha la Convención de 2003.Durante más de 40 años, asistí a reuniones, coloquios y seminarios que estudiaban este tema. Por ello, con autoridad, escribí un libro sobre el tema y di conferencias internacionales.

Eran y son satisfacciones personales pero nunca perdí de vista el camino recorrido, el papel de Oruro y lo sagrado que constituye servir a la preservación de la cultura tradicional y popular. Esto explica mi presencia en Oruro y mi implicación en el tema.Pero vayamos por partes, en 1978, Adán Rioja Pérez, en una entrevista, me pidió una explicación sobre el interés de la Unesco para proteger la parte monumental y material de la cultura y no así para otorgar protección a nuestro Carnaval, señalé que no existía un texto jurídico apropiado para la salvaguarda de algo que todavía no se lograba explicar ni delimitar de manera precisa. Al transmitir esa inquietud a la Unesco, nuestro Carnaval pasó a ser paradigma de lo que debía protegerse.

BÚSQUEDA DE UN INSTRUMENTO JURÍDICO APROPIADO

Fue un largo recorrido que incursionó en campos político-filosóficos, histórico-culturales y jurídicos. No fue fácil comprender cuál era la parte inmaterial de la cultura que podíamos y debíamos proteger. Se celebraron muchas reuniones: Africacult, Mundiacult, entre otras. Con textos de principios: Diversidad Cultural, Derecho a la Diferencia, Diálogo Intercultural. Con intentos jurídicos: Ley Tipo de Tunes. También fueron expediciones y talleres para comprender in situ, esos elementos que tratábamos de explicar y definir a nivel mundial. Y en todo ese proceso, siempre estaba presente el Carnaval de Oruro, nadie puede negarlo ni aún menos ignorarlo.

A fines del siglo pasado, para demostrar que el interés no era solo de los países, naciones y pueblos del Sur, sino de la humanidad en su conjunto, imaginamos la Declaratoria de Obras Maestras del Patrimonio Oral e Intangible. Esto era en la Unesco, en ausencia de un documento jurídico internacional relativo a este tema y que algunos especialistas considerábamos indispensable.

CARPETA DE CANDIDATURA PARA LA PROCLAMA DE OBRA MAESTRA

Estuve implicado desde un inicio. En la planificación de la visita, en 1995, de Noriko Aikawa, directora de Patrimonio Inmaterial de la Unesco que fue la primera reunión interinstitucional (Prefectura, Alcaldía, UTO, Periodistas, Investigadores y ACFO) con Yves de Menorval, representante de la Unesco (actor importante en este proceso). La señora Aikawa, luego de un minicarnaval, ingresó al Santuario llevando la imagen de la Virgen. Emocionada me dijo: "Esto es mágico, divino. Este es un sitio sagrado. Es el paradigma mismo del Patrimonio Intangible". Este detalle lo tiene vivo el Padre Jairo. Desde entonces, ella se convirtió en una ferviente defensora de nuestro Carnaval.

Posteriormente, en calidad de miembro del Comité creado por la Prefectura para presentar nuestro Carnaval, trabajamos en los Antecedentes Míticos del Carnaval que acompañaron la nota de la prefecta Mirtha Quevedo al director general de la Unesco en mayo de 1995. Trabajamos con Alberto Guerra, Abel Ramos Sologuren, Ramiro Condarco, Edwin Guzmán, Estanislao Aquino, el Padre Jairo, Pedro Rubín de Celis y Elías Delgado. Luego, como bien señala LA PATRIA en su edición del 21 de abril, también fui parte de la elaboración de la Carpeta de Candidatura y del Plan Decenal, que Oruro (instituciones y autoridades) y Bolivia (Ministerios de Relaciones Exteriores, de Educación, Viceministerio de Cultura y hasta la Presidencia) preparó y presentó a la Unesco.

CAMINO RECORRIDO Y ACTORES

El viceministro de Cultura, Antonio Eguino, me pidió que coordine la corrección de la Carpeta de Candidatura que presentó un cierto Gabinete de la ACFO, juzgado por los traductores: "Texto enrevesado, imposible de traducir al inglés y al francés". La Unesco, contrató a Carlos Soria Galvarro, René Antezana y Vladimir Pérez.

Yo trabajé como siempre que se trata de Oruro, ad honorem, las correcciones eran de tal magnitud que se decidió escribir una nueva versión. Zulma Yugar, directora de Promoción Cultural, obtuvo los disquetes que consignaban los aportes de intelectuales. Eran frutos de reuniones organizadas, entre otras, por la ACFO.

También tuvimos que reescribir el Plan Decenal. El trabajo se efectuó en mi domicilio, en La Paz. Era una carrera contra reloj pues el plazo de entrega en París era corto (31 de diciembre 2000). Renunciando a fiestas de fin de año familiares, viajé a Paris para cumplir con los plazos, todo esto con fondos personales.

En 2001, el director general adjunto de la Unesco, encargado de Cultura, Mounir Bouchenaki, aceptó una invitación personal y vino al encuentro Parlamentario en La Paz y a la firma del Llamamiento de Oruro y el Acuerdo de Cátedras Unesco con la UTO. Más tarde, ese dilecto amigo nos anunció el 21 de mayo, que el título de Obra Maestra del Patrimonio Cultural Oral e Intangible de la Humanidad coronaba los esfuerzos y reconocía, en nuestro Carnaval, la calidad de Centro Ceremonial Milenario de Importancia en el Mundo Andino. A partir de entonces, todos son autores de la obtención del título. En realidad son muchos los que han trabajado, no siempre son aquellos que pretenden.

INICIO DE LOS PROBLEMAS

Allí comenzaba una serie de malas interpretaciones, de enfoques erróneos y de desconocimientos de los textos jurídicos que se debían utilizar, el primero de ellos, fue la procesión-desfile que se organizó en Oruro para celebrar la Declaratoria. Fueron dos recorridos, con una separación que dejaba ya augurar una serie de apropiaciones que, inmancablemente, debían enfrentarse. Los dirigentes de la ACFO de ese entonces ignoraron la Carpeta que llegó a la Unesco y gracias al cual se mereció el insigne título. Hasta hace unos tres años, circulaba en el Ministerio de Culturas la versión preparada por el Gabinete de la ACFO.

Esa versión no es la correcta, puesto que gracias a la intervención de las autoridades bolivianas y de la Oficina de la Unesco en La Paz, se hizo la nueva versión, que supervisé. Tengo a disposición los textos en los tres idiomas.

Se puede consultar en la Secretaría de la Unesco la versión oficial que sustenta la Proclama. Deseo aclarar que tengo propósito de diálogo para avanzar en este tema, pero que no se confunda con miedo. No tengo costumbre de doblar ante la ignorancia o la arrogancia. Con el apoyo de autoridades o sin él, actuaré conforme a mis conocimientos y mis convicciones. Diré lo que sé y presentaré documentos, si es necesario, para proteger nuestro Carnaval. Creo que esta actitud cumple a todo buen orureño.

IDENTIFICACIÓN DEL CARNAVAL

La importancia de ese texto es fundamental puesto que comienza con una autoidentificación de nuestro Carnaval. El Consejo Internacional de Ciencias Sociales (Francia) y la Unión Internacional de Ciencias Antropológicas y Etnológicas (Países Bajos) efectuaron, por cuenta de la Unesco, una evaluación que fue base de sustento que utilizó el Jurado Internacional para justificar la Proclama. Ignorar ese documento, significa invalidar la Proclama. Ese documento se presentó formalmente en nombre de un conjunto de autoridades, de instituciones y de agrupaciones bolivianas.

Tras recibir la Proclama, los orureños hemos tomado por caminos errados. Habiéndonos identificado como ceremonia ritual, votiva y milenaria que permite a pueblos, naciones y culturas llegar hasta un lugar sagrado en el mundo andino para consagrar la identidad. Hoy, a la luz del protagonismo insulso, pretendemos ser un espectáculo, queremos compararnos con las fiestas patronales, en lugar de sitio sagrado milenario capaz de convertir una máscara en un elemento místico, de ser una Capital Cultural Milenaria del Mundo Andino, pretendemos ser una fábrica de bailes, un emporio de disfraces y un depósito de atuendos. Si todos no estamos de acuerdo, los orureños toleramos y suponemos que todos los bailes son nuestros y de nadie más. ¡Qué triste corolario a la imagen señera que dimos durante más de 40 años! ¡Qué triste página de nuestra historia en tanto que Carnaval-paradigma que la Unesco siempre tuvo en mente! Conviene preguntarse ¿por qué nos empecinamos en este error?

IGNORANCIA DE LA CONVENCIÓN 2003

Otro error: Cuando se estableció la Convención 2003, no se leyó el texto adoptado. Por ello, no se utilizan de manera adecuada los términos. Por ejemplo, en dicho texto jurídico internacional no se confiere propiedad. Su intención es la protección de la transmisión de generación en generación. No considera las expresiones, creaciones y espacios de la cultura tradicional y popular como una industria que produce mercaderías culturales con dueños e inventores. Evidentemente no niega la existencia de un soporte económico, pero no le confiere el papel central. Su propósito es velar por el alma de los pueblos, por los elementos inmateriales de la cultura, aquellos que se refieren a la identidad cultural de los pueblos. Su riqueza se expresa en la diversidad cultural.

Nosotros que hemos participado en la redacción de la Convención 2003; Oruro que ha servido de ejemplo para comprender lo que es la parte inmaterial de la cultura; el Carnaval, paradigma de la Unesco en este largo caminar ¿qué mensaje enviamos a la comunidad internacional cuando actuamos en completa contradicción de la Convención? ¡Cómo perdemos autoridad, cómo ciertas actitudes nos pierden en los meandros de la ignorancia de supuestas personalidades!

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