Esta manifestación folklórica devocional, sobre la que mucho se ha escrito y se ha hablado, a partir de autores nacionales y extranjeros, tiene sus orígenes en los arrabales del Oruro de antaño, cuando la gente de "baja ralea" se organizó para rendirle pleitesía a la santa patrona, conocida como la Mamita Cantila, la Virgen de la Candelaria o la Virgen del Socavón.
Esta fiesta era considerada como algo casi marginal, sin mayor relevancia dentro del acontecer cotidiano de los orureños de principios del siglo XX, pues nadie imaginaba que con el transcurso de los años el mundo volcaría su mirada a ésta región del planeta.
La fiesta del Carnaval, mientras que para la sociedad de "alta ralea" era organizada en los salones más exclusivos, en las calles adquiría un matiz religioso y devocional, pero, la discriminación era manifiesta. "Que chabacano y guachafoso, no parecen hombres de ciudad. Ya en mejores tiempos desfaceremos estos vicios que con el nombre de costumbres se enseñorean", escribió una persona bajo el seudónimo de "Neche" en LA PATRIA el 19 de febrero de 1928, refiriéndose a la fiesta popular.
Desde sus remotos orígenes, con componentes que hacen a la participación de danzarines, músicos, artesanos y del ciudadano anónimo, la fiesta fue adquiriendo ribetes que año tras año la consagraron como un acontecimiento de talla internacional, siendo así probablemente el único carnaval del mundo que mueve al gentío por un concepto devocional.
El estudio de todos estos componentes, socioculturales, económicos, devocionales y folklóricos hicieron que desde la
Unesco se otorgue el título de Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.
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